Entrevista al P. Alberto Simán, LC, nuevo Director Territorial de México y Centroamérica
En el día en que el P. Alberto Simán, LC inicia su servicio como Director Territorial de los Legionarios de Cristo del territorio de México y Centroamérica, la página web del Regnum Christi de México publica una conversación virtual reciente con el director de la oficina de comunicación institucional del Regnum Christi de México, Pablo Pérez de la Vega.
Gracias por darnos esta entrevista. Usted nació en El Salvador, que también es parte de nuestro territorio. Son muchos los legionarios que lo conocen, pero los demás miembros del Regnum Christi quizás no tanto. ¿Quién es el P. Alberto Simán?
Gracias a ti, Pablo, por esta oportunidad de empezar una conversación con todos los miembros del Regnum Christi del territorio. En estos momentos de distanciamiento social también estos medios nos sirven para encontrarnos.
¿Quién es Alberto Simán? Ante todo, un pecador redimido por pura misericordia. Me gusta meditar que soy alguien que ha experimentado la infinita misericordia de Dios, quien se ha hecho presente en mi vida continuamente y de manera evidente.
Como dices, nací en San Salvador, en el seno de una familia amorosa y muy unida, a pesar de ser muy grande. Soy el menor de 6 hermanos y de muchos primos. Nuestros padres, que ya fallecieron, compartieron casi 50 años juntos. Tuvieron un matrimonio realmente ejemplar. Comencé mi educación con los maristas en San Salvador. A partir de 4º de primaria, estudié en un colegio del Opus Dei. Fueron años muy hermosos pero muy sufridos, dado que viví parte de mi niñez y toda mi adolescencia durante la guerra civil de los años ochenta. Terminé el colegio en 1989 y comencé la universidad en Carolina del Norte, EEUU. En diciembre de 1993 me gradué como ingeniero industrial. Luego trabajé profesionalmente en Miami y, posteriormente, en San Salvador.
En 1997 conocí el Regnum Christi, durante la Megamisión. En 1998 me fui de colaborador y tuve la fortuna de estar un año en Hermosillo. Entré al noviciado de la Legión de Cristo en Monterrey al año siguiente. Fui ordenado sacerdote en diciembre de 2007 a los pies de la Virgen María, en la basílica de Santa María la Mayor. En estos 13 años de sacerdocio he trabajado en la administración y secretaria generales y, luego, fui miembro del equipo de formadores de los estudiantes de filosofía en el Colegio Internacional de los Legionarios de Cristo en Roma. En 2015 me nombraron rector de esa casa de formación. Finalmente, en noviembre de 2018 llegué a México como delegado del director territorial para la vida religiosa.
Todos estamos llamados a la santidad y Dios nos propone caminos concretos para realizar esta vocación que brota del bautismo. ¿Cómo descubrió Ud. su vocación a ser sacerdote legionario?
Mirando hacia atrás, descubro que Dios comenzó a insinuarme algo de su plan tras un accidente automovilístico que sufrí en 1996. Durante mi año como colaborador del Regnum Christi podríamos decir que empezó a ser más claro. Fui percibiendo interiormente que el Señor me pedía algo más. Honestamente, yo tenía pensado darle un año y, posteriormente, después irme a los Estados Unidos para cursar una maestría en administración. Tan decidido estaba que ya tenía programadas entrevistas con 3 o 4 universidades como parte del proceso de admisión.
Al mismo tiempo, percibía en mi corazón una creciente atracción por ayudar a otras personas a encontrar a Jesucristo como yo lo había encontrado, pero no tenía claro cómo. Durante los ejercicios espirituales en enero de 1999 comenté estas inquietudes con mi director espiritual, que afortunadamente estaba presente. El padre simplemente me dijo que fuera ante Cristo Eucaristía y que se lo preguntara a Él. Eso fue lo que hice.
Fue una pregunta recurrente en esos días de silencio y oración. Cuando él quiso, el Señor se hizo presente y me hizo percibir con mucha claridad y consuelo, que me quería como sacerdote legionario. Eso sí, sentí mucho temor. Luego me surgieron mil preguntas, y la preocupación de tener que comunicarlo a mi familia y, en mi caso, también a mi novia. Eso me tuvo muy inquieto, pero en el fondo vivía con mucha paz.
Ese mismo verano fui al candidatado de la Legión de Cristo en Monterrey para probar si era mi camino o no. El 15 de septiembre ingresé al noviciado. La fuerza de su llamado me ha acompañado en todo momento y ha ido madurando desde entonces.
Se ordenó en 2007 y está cumpliendo 13 años de sacerdote. ¿Cómo han sido estos años de sacerdocio?
Estos trece años han sido años de luces y sombras, pero siempre experimentando la mano de Cristo aferrada a la mía. Pocas cosas en la vida se comparan con la experiencia de palpar la acción de la gracia de Dios que toca el corazón de alguien y le cambia una vida, y sentirte como instrumento indigno de quien el Señor se vale. ¡Eso es maravilloso!
Han sido también años duros y, por momentos, áridos y humillantes. He sufrido al percibir cómo daña a la Iglesia y a las personas el mal testimonio y los delitos de algunos ministros de Cristo, especialmente de hermanos míos en el sacerdocio y en la Congregación.
Mi vida y apostolado como miembro laico del Movimiento y mi experiencia de colaborador se han visto enriquecidas enormemente después de mi ordenación. A pesar de haber tenido varios apostolados que podríamos llamar «de oficina» y también como formador de legionarios, las experiencias de misiones en Semana Santa, el impulsar a los hermanos filósofos en sus iniciativas y deseos de realizar su propia misión, las confesiones en la parroquia en Roma siempre me han llenado de ilusión por ayudar a Cristo a reinar en más corazones, a que sean más los que lo conozcan, lo amen y lo sigan.
¿Qué diría a los hermanos que acompañó en su formación en Roma?
Que uno de los privilegios más grandes en mi vida sacerdotal es haber podido caminar con ellos en su camino de discernimiento vocacional y que, a cada uno de ellos, con su historia personalísima, los llevo en el corazón. Recuerdo esos años en Roma con mucho cariño. Quizás sean los más hermosos de mi sacerdocio hasta ahora. Reí y sufrí con ellos. Aprendí mucho de ellos. Pido a Dios por ellos cada día en la misa, tanto por los que aún siguen el camino al sacerdocio, como los que han visto que Dios los llamaba a seguir a Cristo por otros rumbos. Es siempre motivo de satisfacción ver que, unos y otros, van forjando personalidades cristianas maduras.
¿Qué pasó por su mente al ser nombrado director territorial?
Honestamente pensé al principio que se trataba de un error. La Legión de Cristo en general, y el territorio de México y Centroamérica en particular, tienen muchos retos por delante y eso puede poner a temblar a cualquiera. Tras la noticia, me fui a la capilla para hablar con Cristo y preguntarle si estaba seguro de esto pues, al menos yo, no me sentía capaz.
Consciente de los retos y dificultades, asumo este encargo con la confianza puesta en Él y como un servicio a mis hermanos legionarios, a los miembros del Regnum Christi y a esta porción de la Iglesia que peregrina en México y Centroamérica. El gobierno es así: una cruz y un servicio a los demás.
Aprovecho tu pregunta, Pablo, para agradecer la entrega, dedicación y trabajo del P. Ricardo Sada durante los seis años que ha sido director territorial. A él le ha tocado la difícil misión de ir implementando en la práctica las nuevas Constituciones promulgadas en 2014 y guiar en el territorio todo el trabajo para la configuración canónica del Regnum Christi. Todo esto en un territorio grande, complejo, con una presencia apostólica significativa y muchos miembros del Movimiento comprometidos en la misión de la Iglesia. Cuenta con mi gratitud y con mis oraciones para la misión que ahora la Legión le confía.
¿Qué retos afrontará como director territorial y como miembro del Colegio Directivo Territorial del Regnum Christi?
Considero que, como director territorial de la Legión de Cristo, el principal reto será seguir impulsando el proceso de renovación que hemos comenzado desde hace años. En particular está la renovación espiritual de los legionarios y el acompañamiento cercano a cada uno ellos. No hay renovación en la Iglesia que no comience con una profunda transformación interior en cada persona, que nace del encuentro personal con Cristo. Es un proceso lento. Para ello no bastan los cambios de normativa, de procesos o de estructuras. Eso se puede dar más o menos rápido. Los cambios verdaderos son los del corazón, fruto de la gracia y de la ascesis personal. Es una amalgama entre la gracia de Dios que grita en nuestro interior pidiendo santidad y la libertad del hombre que no siempre responde como Él espera, y que todos los cristianos, empezando por San Pablo, experimentamos.
También tenemos por delante el tema de los ambientes seguros. Tengo el firme propósito de continuar el trabajo iniciado en estos años en el campo de la prevención de abusos, la protección de los más vulnerables, y de una adecuada atención a las víctimas. Considero que aún nos falta mucho por aprender y mucho camino por recorrer y que, sin pretenderlo, hemos cometido errores en el camino que han causado aún más dolor. Espero colaborar con las autoridades eclesiales y civiles, así como otros expertos, y ayudarnos de su guía y consejo. Es un campo en el que siempre se puede mejorar y que tanto la sociedad civil como la Iglesia tienen aún mucho que aprender.
Como presidente del Colegio Directivo Territorial del Regnum Christi, junto con las consagradas, los laicos consagrados, y laicos debemos seguir profundizando y asimilando nuestra identidad para, desde ahí, impulsar el apostolado que responda a los grandes retos que existen en la sociedad. Creo que entre nuestras prioridades están la promoción vocacional, la formación de apóstoles jóvenes para evangelizar a los jóvenes, la formación de matrimonios jóvenes que sean apóstoles para sus hijos, así como el trabajo en favor de los más pobres, la vida y la familia. Los colegios y universidades, así como las secciones del Regnum Christi y el ECYD deben ser lugares privilegiados para formar apóstoles que pongan sus cualidades y liderazgo al servicio del Evangelio, de los más necesitados, y del bien común.
Cuando llegué a México en 2018, me encontré con el Proyecto Global de Pastoral 2031-2033 de la Conferencia del Episcopado Mexicano. En él los obispos hacen un discernimiento y marcan varias líneas de acción para prepararnos para la celebración de los 500 años del acontecimiento guadalupano en 2031 y los dos mil años de la redención en 2033. La Iglesia en México, y nosotros con ella, se prepara para acoger las gracias especiales que el Señor nos regalará en estas fechas tan significativas. Debemos estar atentos para aportar lo nuestro y aprender de las otras realidades que el Espíritu Santo suscita en la Iglesia y así edificar la comunión.
Hablando de la iglesia local, un punto prioritario para mí es el acompañamiento a los legionarios que, en los últimos 50 años, se han dedicado a la evangelización en Quintana Roo, al punto que ya ha dejado de ser una prelatura y será erigida diócesis apenas las condiciones sanitarias lo permitan. Tenemos mucho que aprender de nuestros misioneros.
Ante un mundo con tantos retos ¿Qué actitud considera deben tener hoy en día los miembros del Regnum Christi?
Los miembros del Regnum Christi se han caracterizado por un gran impulso evangelizador y un sentido de sana urgencia y ardor interior por dar a conocer a Cristo. Considero que es una actitud que el Espíritu Santo ha puesto en nuestros corazones y que debemos promover entre todos los miembros, sean seglares, consagrados o legionarios.
¿Cuáles es su visión sobre el trabajo que debe de realizar el Regnum Christi en los próximos años?
El trabajo del Regnum Christihacia el futuro es el mismo de la Iglesia y se inserta en el de la Iglesia. Como dice el Papa Francisco, no estamos viviendo una época de cambio, sino un cambio de época. Esto exige de nosotros, a mi juicio, dos cosas fundamentales. La primera es una vida de oración íntima y profunda que abra nuestro corazón a la santidad. La segunda, saber discernir los signos de los tiempos para identificar las necesidades de la Iglesia y de su misión evangelizadora en la sociedad actual, y también para saber abrazar lo que mejor responda a estas necesidades y dejar atrás lo que ya no lo hace.
La familia sufre una crisis sin precedentes, la juventud nada en medio de un mar anticristiano y agresivo, la ideología de género está generado mucha confusión, el aborto pareciera ganar terreno en todas partes, la violencia y la corrupción van invadiendo como un cáncer el tejido social… ¿Qué nos dice el Espíritu Santo a nosotros, miembros del Regnum Christi a través de todos estos signos? No podemos quedarnos indiferentes ante el sufrimiento de Cristo y de su Iglesia. Cada cristiano es una respuesta de Dios ante el avance del mal y de la cultura de la muerte. Por ello, el miembro del Regnum Christi busca nuevas formas para llevar el mensaje de Cristo; es creativo y audaz para darlo a conocer, para dedicar sus medios a ayudar a los más necesitados, para formar en la fe a quien no conoce a Cristo ni lo que Él ha hecho por cada hombre y mujer, para ser instrumento de la misericordia de Dios para todo el que le rodea.
¿Qué mensaje les diría a los miembros del Regnum Christi en el contexto de la emergencia sanitaria que estamos viviendo?
Que no estamos solos. Que Cristo va en la barca y que, aunque a veces duerme, Él nunca nos abandona. A veces pareciera que Dios no nos escucha o que no quiere actuar y esto nos desalienta. Pero Dios es papá, el mejor papá, y nunca nos deja. Ante tanto reto y dificultad no dejemos de invocar a María y pedirle que nos cubra bajo su manto. A mí me ayuda repetir continuamente: Sagrado Corazón de Jesús, en ti confío. Al mismo tiempo, les diría también que sean ciudadanos responsables, que toman las debidas precauciones higiénicas para evitar contagios; que sean solidarios con los más necesitados y busquen el modo de apoyarlos. En nuestros colegios y universidades estamos buscando salir al paso de las personas más afectadas, no solamente en su salud, sino también en quienes ven comprometidos o en peligro sus medios de sustento.
También quiero reconocer el trabajo que realizan los legionarios de Cristo, consagradas, laicos consagrados y laicos en las redes sociales y en la asistencia a los enfermos. En estos meses hemos visto brotar la creatividad para usar las nuevas tecnologías para brindar esperanza a través de misas, conferencias, talleres, congresos y tantas acciones que realizan.
Es además digno de reconocimiento todas las iniciativas de solidaridad, como conseguir despensas, fomentar el consumo local, unir esfuerzos con la Cáritas diocesana, etc. que hemos visto en muchos miembros del Regnum Christi.
Para finalizar, agradeciendo su tiempo y la oportunidad para esta entrevista, ¿quiere enviar algún mensaje especial para los miembros del Regnum Christi?
Ante todo, quiero agradecer profundamente sus oraciones y cercanía. Hace poco recibí, por ejemplo, ramilletes espirituales de los miembros del Regnum Christi de El Salvador y de Guatemala, y muchos mensajes de otros miembros asegurando sus oraciones. De mi parte, encomiendo a cada uno diariamente durante la celebración eucarística.
Quiero también invitar a todos los miembros del Regnum Christia dejarse renovar en su interior por el Espíritu Santo, quien quiere hacer de Cristo el centro de nuestra vida. Creo que Él nos pide lanzarnos sin titubeos a contribuir decididamente a la misión evangelizadora de la Iglesia. Eso sólo lo podremos lograr desde la entrega diaria y el esfuerzo por responder ese llamado interior a la santidad, por intentar ser de los santos de al lado, como dice el Papa Francisco.
Hemos pasado años muy difíciles y, sí, hemos cometido muchos errores que nos duelen y avergüenzan. También yo pido perdón por ellos. Pero el pasado sólo debe servirnos para aprender y mejorar, pedir perdón y reparar por nuestras faltas, y dedicarnos con mayor ardor apostólico y empeño a la misión de ir por el mundo y proclamar el Evangelio. No nos detengamos. Busquemos llevar el Evangelio a todos los hombres y mujeres de nuestro tiempo, buscando que Cristo reine en su corazón, porque es Cristo mismo quien ha querido invitarnos a colaborar con Él.